martes, 3 de febrero de 2009

Lectura 1ª Pedro 1: 13-25.
Por Vladimir Orellana Cácamo
Domingo 1º de febrero de 2009.


Este año de gracia, la Versión Reina –Valera 1909 de la Biblia, cumple cien años de presencia en el mundo hispanohablante. ¡Qué regocijo!: saber que una traducción castellana de las Sagradas Escrituras arribe a su primer centenario, y que aún siga transmitiéndonos el milenario mensaje de Dios, tan actual como el primer día en que se pronunció. En algunas librerías cristianas suelen hallarse algunos ejemplares de la Biblia Reina-Valera 1909. Su lectura estimuló el caminar cristiano de los primeros creyentes evangélicos de nuestro país.

Tengo el privilegio de poseer un ejemplar de dicho libro sagrado, me lo obsequió mi pastor Mario Granados hace tres años. En lo personal la Santa Biblia versión Reina—Valera 1909, constituye un valioso tesoro literario que da testimonio del castellano que se hablaba y escribía a inicios del siglo pasado. Así también representa una evidencia de que la Palabra de Dios “surca los tiempos y las edades” como afirman unos versos del cantautor salvadoreño Luís Cisco, para advertirle al ser humano lo que ha de suceder, según lo determinado por el calendario de la voluntad divina.

Algunos se preguntarán ¿por qué se revisan tras cierto período las Sagradas Escrituras? La revisión es una actividad imprescindible, pues a través de ella, los traductores actualizan el idioma de la Biblia acorde a la comunidad de hablantes receptores del mensaje divino. Así por ejemplo, la versión bíblica de la cual nos ocupamos, registra algunas palabras que para mediados del siglo XX ya habían caído en desuso; veamos esta cita bíblica: “En el principio crió Dios los cielos y la tierra” (Gn. 1:1) Hace cien años el verbo crear al ser conjugado en tiempo pasado la /e / se transformaba en / i / y se escribía crió. Además en dicha revisión se emplea el verbo parir, para designar la actividad reproductiva tanto de los animales como de las mujeres: “ y con dolor parirás los hijos” (Gn 3:16) , en cambio a partir de la revisión bíblica de 1960, se utiliza la expresión figurada “dar a luz “.

Con base a lo expuesto anteriormente, se puede afirmar que si bien en cierto que cada versión bíblica del pasado, contiene vocablos que ya no se usan; es preciso destacar que no todas las voces experimentan cambios morfológicos de una revisión bíblica a otra, así por ejemplo, la Biblia Reina-Valera 1909, contiene una gran cantidad de porciones cuyas palabras no han cambiado su estructura, tal es el caso de la famosa cita de Filipenses 4: 13: se ha mantenido inalterable lingüísticamente: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” leyeron las pasadas generaciones, al igual que lo leemos hoy en día. Sin embargo hay que hacer notar que a pesar que en algunas traducciones bíblicas sus expresiones gramaticales no estén acordes con el español actual, no obstante el contenido de su mensaje prosigue teniendo vigencia.

El idioma cambia constantemente, algunas palabras se convierten en arcaísmos, pero lo que no cambiará es el contenido que guardan dichos vocablos, con justa razón San Pedro escribe: “La hierba se seca, y la flor se cae; mas la palabra de Dios permanece para siempre” ( 1ª Pedro 1: 24-25). Al calor del Centenario de la primera versión bíblica del S XX, como cristianos debemos alegrarnos que el mensaje que proclamamos se ha presentado y continua presentándose a cada generación humana en su lenguaje actual. Esto es una muestra de que Dios revela su profecía y sus verdades de redención en cada época y en la claridad de cada lengua materna.

Estimados hermanos, celebremos el Centenario de una versión bíblica, y la mejor manera de hacerlo es continuar compartiendo la luz, la vida y la esperanza que palpitan en las páginas de las Sagradas Escrituras, aunque no sea de la Reina –Valera 1909. En cualquier versión Dios habla al hombre y a la mujer, pues Él no quiere que nadie perezca, sino que todos los mortales procedamos al arrepentimiento.